El tesoro del Tigre de Malasia
¿Realidad
o leyenda?, desde luego es un gran misterio. Hablamos del presunto
gran tesoro que enterró el general japonés Tomoyuki Yamashita en
Filipinas en numerosos lugares diferentes poco después de acabar la
Segunda Guerra Mundial. Se estima que su valor puede superar los cien
mil millones de dólares de la época en oro, plata, piedras
preciosas y obras de arte que el general nipón iba robando de
iglesias, templos, museos o casas particulares en las campañas de
invasión protagonizadas por sus ejércitos en Malasia, Birmania,
Singapur y Filipinas en el periodo comprendido entre los años 1942 y
1945.
Según
se cuenta los tesoros robados siempre iban con él en camiones
especiales de transporte. La movilidad de estas grandes riquezas
finalmente se detuvo cuando Yamashita estableció su cuartel general
definitivo en Manila. Cuando llegó la rendición del Imperio Japonés
tras la caída de las bombas atómicas en su territorio, el emperador
Hirohito ordenó capitular al ejército acantonado en las Islas
Filipinas a su mando. Al general se le presentaba una tesitura nada
agradable, ¿qué hacer con tan gran tesoro?, tuvo la brillante idea
no de esconderlo en un solo lugar, sino enterrarlo en ciento
cincuenta lugares diferentes del archipiélago para hacer
prácticamente imposible su búsqueda de manera efectiva.
Tras
escoger mediante mapas los lugares idóneos, organizó unos grupos de
enterramiento comandados por oficiales kamikaze que llevarían a su
cargo a una serie de prisioneros filipinos a los puntos establecidos
para allí enterrar las diferentes particiones de tan magno tesoro.
Una vez realizado el enterramiento los oficiales kamikaze asesinaban
a los prisioneros. Pero aquello no era suficiente para Yamashita, el
general ordenaría a los pilotos suicidas hacer el último sacrificio
por el emperador Hirohito y su patria; poco después estos kamikazes
se lanzaban con sus aviones contra las tropas norteamericanas
establecidas en las costas filipinas. No sobrevivió ninguno de
aquellos hombres, Yamashita seguramente suspiró de alivio, no
quedaban testigos, su secreto estaba a salvo.
Finalmente
se entregó a los norteamericanos, siendo condenado a muerte tras un
juicio sumarísimo llevado a cabo en Manila en el año 1945. Hay
muchas dudas sobre cómo se llevó a cabo el juicio y la condena
posterior. Acusaciones de sus propios soldados sobre crímenes que
quizás nunca ordenó, venganza del General Douglas MacArthur por ser
Yamashita su enemigo declarado e invasor de sus amadas Islas
Filipinas o, quizás, por ser un general más eficiente que él
mismo. Famoso por su rápidas conquistas en Malasia y la caída de
Singapur, fue apodado el “El tigre de Malasia”.
Yamashita
entregando sus tropas a los norteamericanos.
Toda
la vida del general japonés tuvo sombras y luces. En el año 1936
cayó en desgracia para el emperador Hirohito al manifestar compasión
por los oficiales rebeldes del “Incidente del 26 de febrero de
1936”, organizado por oficiales jóvenes del Ejército Imperial
Japonés, cuyos planes eran asesinar a unas serie de importantes
políticos y funcionarios del gobierno para solicitar posteriormente
reformas sociales y oponerse a la conquista de nuevos territorios en
China. En el año 1940 Yamashita fue enviado en misión militar a
Alemania e Italia, conociendo de primera mano los avances tácticos y
tecnológicos de ambos ejércitos europeos que en ese momento
triunfaban en el conflicto mundial que discurría principalmente en
el viejo continente. También chocó con Hideki Tojo (Primer
Ministro del Imperio del Japón) y fue destinado por ello a
Manchuria siendo apartado de la guerra del Pacífico durante una gran
parte de la guerra. Pero se resarciría en sus victoriosas campañas
de Malasia, Singapur y Las Filipinas. De todas formas, el 23 de
febrero de 1946 fue ahorcado en la rama de un mango tras consumarse
su condena tras el juicio, el gran secreto se marchaba con su última
bocanada de aire. Zonas selváticas, pantanos, miles de islas,
conformaban la mejor caja fuerte de la historia.
Parece
ser, y esto entra ya en el terreno de la especulación, que la
inteligencia estadounidense ya manejaba pistas sobre los escondrijos
en Las Filipinas del tesoro del general nipón cuando se estaba
llevando a cabo el juicio. Según la legislación internacional les
era imposible torturar a Yamashita pero tenían en sus manos a su
chófer el comandante Kojima al que consiguieron sacar información
definitiva. Se cree que el presidente Truman ocultó el hallazgo, por
razones principalmente económicas, con la intención de cuidar el
patrón oro y evitar la devaluación del dólar. Solo hay una
cuestión más que reseñar, la inmensa fortuna del dictador filipino
Ferdinan Marcos, ¿provenía quizás del hallazgo del tesoros del
Tigre de Malasia?, es interesante hacerse esta pregunta.
El
general Yamashita durante el juicio llevado a cabo en Manila en el
año 1945.
Autor:
Isidro Calderón Muñoz
ALBERTO CANOSA / LOCURA SOBRENATURAL
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