Ardora, el mar luminoso
Antes
era una leyenda, pero el fenómeno es tan real como la vida misma,
pues así lo han corroborado diferentes imágenes de satélites de la
NASA. Muchos testimonios de marineros – sobre todo del Índico - a
los largo de los siglos hablaban de un mar iluminado por un fulgor
azulado que hacía temer por una parte y obnubilarse por otro a estas
buenas gentes de la mar. Incluso Julio Verne en su mítica obra
“20.000 leguas de viaje submarino” hace mención del fenómeno.
“Los
campos de hielo en la noche sin luna”, como eran llamados desde el
siglo XVII, dejaron de ser una leyenda para convertirse en una
realidad, pues gracias a un equipo de científicos del Laboratorio de
Investigaciones Navales de la División de Meteorología del
Instituto de Investigaciones de la Bahía de Acuario, en Monterrey,
California, trabajando codo con codo junto a científicos del Centro
Nacional de Datos Geofísicos, consiguieron captar las imágenes de
uno de estos mares de Ardora. Habían logrado demostrar que los mares
luminosos existían y podríamos disfrutar de su contemplación. Con
el nombre de Milky Seas
fueron bautizados en
el mundo anglosajón.
Los
resultados del estudio, junto a las imágenes captadas fueron
publicadas en la prestigiosa revista de ciencia Proceedings of the
National Academy of Sciences y sus conclusiones se basaban en que las
aguas resplandecientes provenían de enormes poblaciones de bacterias
con capacidad fosforescente extendiéndose en todas direcciones y
pudiendo manifestar esa luminosidad durante varias horas e incluso
días. Según relata Steven Miller, científico del Laboratorio de
Investigaciones Navales, el mar luminoso fue detectado por primera
vez gracias al Satélite Meteorológico de Defensa que utiliza un
sensor que puede incluso captar emisiones mínimas de luz visible
imperceptibles para el resto de satélites de similares
características que orbitan nuestro planeta. Y es que la misión
principal de este satélite es la de la observación de formaciones
de nubes bajo la luz solar o lunar, y ha servido para la detección
nocturna de incendios, rayos y actividad humana en todo el mundo, es
decir, tanto terrestres como atmosféricas con la importancia que
tiene esto para la lucha contra todo tipo de catástrofes que asolan
nuestro mundo.
Más
específicamente, las conclusiones del estudio eran claras, el
fenómeno del mar de Ardora se debe a la luz emitida por grandes
masas de bacterias con características bioluminiscente llamadas
Vibrio Harveyi, las cuales se asocian a microalgas del plancton.
Tienen forma de varilla móvil y pueden vivir en temperaturas que
ronden entre los 4º C y los 35º C. Se suelen encontrar en mares
tropicales y es considerado un patógeno primario de animales marinos
incluyendo los corales gorgonias, ostras, gambas, langostas, róbalo
gigante, el rodaballo y el caballito de mar entre otros. También
produce una enfermedad llamada vibrosis luminoso que afecta a
langostinos peneidos cultivados para su posterior venta y consumo. Es
interesante reseñar que se han producido agrupamientos en masa de
estas bacterias luminiscentes, cuyo brillo ha llegado a ocupar cerca
de 6.000 millas náuticas cuadradas – unos 16.000 km2 -.
Desde
1915 se han documentado unos 235 mares luminosos de Ardora repartidos
por todo el mundo, si bien se dan más usualmente en el noroeste del
océano Índico, en las cercanías de las costas de Java en
Indonesia, costa de Somalia, sur de Portugal y en Puerto Rico, en la
zona de Bahía Fosforescente. Una vez más Julio Verne tenía razón
y se adelantó a su tiempo, como he referido al comienzo del
artículo, pues cuando relataba las tribulaciones del submarino
Nautilus y hacía referencia a este mar luminoso y fosforescente,
según cuenta su novela, el fenómeno era atribuido a miríadas de
animales marinos luminosos. Ver para creer, y nunca mejor dicho en
este fenómeno.
Autor:
Isidro Calderón Muñoz
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