Carta al ministro del Interior sobre los sucesos de Écija
Como el ideario de su
partido apela a “los principios del humanismo cristiano”, me permito
recordarle que según esos principios no hubo en aquella acción ningún uso de
medios moralmente ilegítimos (en su legalidad no entro ahora).
Los principios del
humanismo cristiano proclaman que “en casos de extrema necesidad todas las
cosas son comunes” (in extrema necessitate omnia sunt communia). Porque “la
distribución y apropiación de las cosas que procede del derecho humano no puede
impedir que estas cosas remedien las necesidades de los hombres. Por eso todo
lo que uno tiene de más lo debe a los pobres para su sustento. Y si la
necesidad de alguien es tan grave y tan urgente que hay que remediarla con lo
primero que se tenga a mano…, entonces cualquiera puede remediar su necesidad
con los bienes de los demás, tanto si los quita de modo público como secreto; y
esta acción no reviste carácter de robo ni de hurto”.
Estas palabras no son
del alcalde de Marinaleda ni del innombrable Carlos Marx. Son de Santo Tomás
de Aquino, uno de los pilares de ese humanismo cristiano al que Uds. dicen
seguir. Y puede verlas en la Summa Theologica (2ª
2ªe, cuestión 76).
A ellas añadirá el cardenal
Cayetano, gran comentador de Tomás, que un juez puede distribuir entre los
necesitados el dinero sobrante de los ricos. Me pregunto, pues, si no están
Uds. en el atolladero de aplicar la ley contra unos principios que dicen
regular el ideario de su partido, quedando como embusteros ante la ciudadanía.
Entiendo además que
si Ud. esgrime ese principio de que el fin no justifica los medios, se volverá
inmediatamente contra toda la política de este gobierno: para un fin de suyo
legítimo y necesario como es rebajar nuestra deuda, ha recurrido el gobierno a
medios inmorales (temo que quizás también anticonstitucionales) como son
privar a mucha gente de derechos constitucionales, de los ingresos mínimos
indispensables, abocarlos al hambre, a la desesperación, a la falta de
asistencia médica indispensable, a tener que recurrir a unas Caritas ya
desbordadas y a quedarse sin vivienda después de un enorme esfuerzo y encima
con una deuda impagable para la que ni siquiera vale el principio lógico de la
dación por pago.
La mayoría de los
medios que han aplicado Uds. para saldar la deuda española son inmorales y no
se justifican por ese fin tan legítimo.
Hace poco habló el
presidente del Gobierno de posibles nuevos recortes en esa misma dirección,
para reunir 65.000 millones de euros imprescindibles. Su gobierno debe saber
que, en España, hay 16 personas que poseen ellas solitas unas fortunas
cercanas a los 60.000 millones. Sólo 16 personas entre más de cuarenta
millones de españoles. No creo pues que, a la luz del humanismo cristiano,
pueda caber duda de cuáles hubieran sido los medios legítimos.
Porque, por otro
lado, se repite ahora que todo el dinero que nos va a prestar draconianamente la UE es “para tapar los agujeros
de los Bancos”. Ya habíamos oído mil veces que el problema de nuestra deuda era
sobre todo de carácter privado y no público; y ahora lo vemos confirmado al
saber dónde van a ir esos primeros 30.000 millones que esperamos recibir el mes
que viene. Los Bancos y sus agujeros han sido efectivamente los primeros
causantes de nuestro desastre actual (sin negar ahora otros factores
exteriores a España).
Y lo fueron porque,
para un fin de legitimidad muy discutible (como era el enriquecerse más y más) pusieron
en juego medios absolutamente ilegítimos, otorgando préstamos que sabían
que no podían ser devueltos pero de los que esperaban resarcirse con expropiaciones
forzosas mucho más pingües de lo que se expropió en el supermercado de Écija.
¿Sabe Ud. cuántas
viviendas inútiles son hoy propiedad de los Bancos? Un ministro del interior
debe conocer ese detalle. Como sabrá también que a bastantes gentes ancianas y
no muy letradas que tenían en Bankia unos ahorros de seis mil o diez mil
euros que constituían toda su fortuna, se las engañó haciéndoles firmar un
papel que “iba a ser su solución”, y se les convirtieron los depósitos en
acciones, robusteciendo al Banco y debilitándolas a ellas al impedirles
disponer de su dinero ahora que lo necesitan.
Si Ud. está decidido
a no permitir que para fines en sí legítimos se usen medios ilegítimos, no dudo
de que, antes que al alcalde de Marinaleda y su grupo, llevará Ud. a los
tribunales a una serie de banqueros de cuyo nombre prefiero no acordarme
para esperar a que los investigue la justicia.
O mejor: déjeme
decirle que dudo mucho de que Ud. se atreva a hacer eso que sería tan justo:
porque son esos
Bancos quienes financian
buena parte de sus campañas electorales que, tal como están, son otro medio
ilegítimo que no queda justificado por el fin de ganar unas elecciones. Y, por
supuesto, esto último no vale sólo para su partido sino también para otros del
Estado.
Puedo equivocarme
como todo ser humano. Pero siempre he tenido la impresión de que, en su
partido, suelen argumentar apelando a grandes principios universales
indiscutibles, pero que no se aplican al caso concreto que se discute. Y que
además suelen exigir a los demás lo que no se exigen a Uds. mismos. Debo
confesar que las declaraciones suyas que acabo de oír por radio, me confirman
una vez más en esa impresión.
Gracias por haberme
leído. Quedo de Ud. atentísimo
José
Ignacio González Faus
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