Carlos Iurchuk : Entrevista a Antonio Galvagno
El 17 de agosto de 1995 ocurrió
un incidente que tuvo alguna trascendencia periodística en su momento, pero que
luego cayó rápidamente en el olvido. Se trató de la caída de un objeto en el
sur de la provincia de Salta, Argentina.
En septiembre de 1996 salió publicado en el boletín electrónico "UFO ROUNDUP", que se distribuye por Internet, que aquella caída se había tratado de un OVNI y además se habían recuperado 200 cuerpos de la nave que fueron llevados a la ciudad de Victoria, Entre Ríos. Parte de estas declaraciones fueron atribuidas a la Fundación Argentina de Ovnilogía (FAO), cosa que no era cierto (1).
Ante tal comunicado, Luis Burgos decidió publicar en el número de octubre del boletín "Ovniciencia" de la FAO un informe sobre el caso con todo lo que se sabía hasta ese momento. Dicho informe se basó fundamentalmente en las noticias publicadas en los diarios y revistas de aquella época (2). Asimismo, envío una nota aclaratoria a "UFO ROUNDUP" que fue publicada en el mes de octubre (3).
Nada de lo que se sabía hasta el momento de redactar aquel número del "Ovniciencia" indicaba que se hubieran recuperado cuerpos y menos que se hubieran trasladado a Victoria. En realidad ni siquiera se sabía que fue lo que cayó exactamente.
Cuando todo parecía indicar que se había llegado a un punto muerto en la pesquisa, principalmente porque ya habían transcurrido más de dos años del incidente y porque no disponíamos de los medios necesarios para realizar una investigación in situ, un llamado telefónico hace reavivar el caso. Antonio Galvagno, el civil que más investigó los hechos desde un principio, estaba en Buenos Aires y deseaba entrevistarse con la gente de la Fundación.
En la tarde del 16 de octubre de 1997 nos reunimos con él en Ensenada, localidad vecina de la ciudad de La Plata sobre las orillas del Río de La Plata.
Este informe es una descripción de todo lo ocurrido aquel 17 de agosto de 1995 y los días siguientes según lo contado por Galvagno en aquel encuentro.
La caída
Antonio Galvagno vivía con su esposa en la localidad salteña de Joaquín V. González, departamento de Anta. Su población ronda los 20.000 habitantes y su principal actividad es el agro, la ganadería y la extracción de carbón. Aquel 17 de agosto, un día diáfano, ambos se encontraban almorzando cuando a las 13:47 se escuchan en todo el pueblo "dos tremendas explosiones. A los poquitos segundos de la explosión se empieza a mover el piso, se mueven los techos, las lámparas".
La gente sale enseguida a la calle creyendo que estaban ante la presencia de un terremoto. Al hacerlo, notan la presencia de una "tremenda franja de humo que había en el cielo". Los primeros comentarios sugieren la caída de un meteorito o de un avión.
En septiembre de 1996 salió publicado en el boletín electrónico "UFO ROUNDUP", que se distribuye por Internet, que aquella caída se había tratado de un OVNI y además se habían recuperado 200 cuerpos de la nave que fueron llevados a la ciudad de Victoria, Entre Ríos. Parte de estas declaraciones fueron atribuidas a la Fundación Argentina de Ovnilogía (FAO), cosa que no era cierto (1).
Ante tal comunicado, Luis Burgos decidió publicar en el número de octubre del boletín "Ovniciencia" de la FAO un informe sobre el caso con todo lo que se sabía hasta ese momento. Dicho informe se basó fundamentalmente en las noticias publicadas en los diarios y revistas de aquella época (2). Asimismo, envío una nota aclaratoria a "UFO ROUNDUP" que fue publicada en el mes de octubre (3).
Nada de lo que se sabía hasta el momento de redactar aquel número del "Ovniciencia" indicaba que se hubieran recuperado cuerpos y menos que se hubieran trasladado a Victoria. En realidad ni siquiera se sabía que fue lo que cayó exactamente.
Cuando todo parecía indicar que se había llegado a un punto muerto en la pesquisa, principalmente porque ya habían transcurrido más de dos años del incidente y porque no disponíamos de los medios necesarios para realizar una investigación in situ, un llamado telefónico hace reavivar el caso. Antonio Galvagno, el civil que más investigó los hechos desde un principio, estaba en Buenos Aires y deseaba entrevistarse con la gente de la Fundación.
En la tarde del 16 de octubre de 1997 nos reunimos con él en Ensenada, localidad vecina de la ciudad de La Plata sobre las orillas del Río de La Plata.
Este informe es una descripción de todo lo ocurrido aquel 17 de agosto de 1995 y los días siguientes según lo contado por Galvagno en aquel encuentro.
La caída
Antonio Galvagno vivía con su esposa en la localidad salteña de Joaquín V. González, departamento de Anta. Su población ronda los 20.000 habitantes y su principal actividad es el agro, la ganadería y la extracción de carbón. Aquel 17 de agosto, un día diáfano, ambos se encontraban almorzando cuando a las 13:47 se escuchan en todo el pueblo "dos tremendas explosiones. A los poquitos segundos de la explosión se empieza a mover el piso, se mueven los techos, las lámparas".
La gente sale enseguida a la calle creyendo que estaban ante la presencia de un terremoto. Al hacerlo, notan la presencia de una "tremenda franja de humo que había en el cielo". Los primeros comentarios sugieren la caída de un meteorito o de un avión.
Galvagno es piloto civil y se
dedica a la fumigación. Por aquel entonces tenía un avión ultraliviano biplaza
que utilizaba para tal fin. En el momento del incidente el avión se encontraba
en la pista, "así que inmediatamente lo lleno de nafta y me voy en
dirección de la larga columna de humo que veíamos".
Según nos contaba, el lugar de la
caída es la Serranía
Colorada y tiene más de 1.000.000 de hectáreas. O sea que es
una zona muy amplia difícil de recorrerla en su totalidad.
Al hacer su primer contacto con
la columna de humo la describe como "parecida a una nube de hollín, con
partículas metalizadas".
"Ese día la búsqueda se
desarrolla sin novedad. Vuelo como 3 horas hasta que se me acaba la nafta. No
encuentro nada". En la zona del impacto había viento lo que hizo que
rápidamente la columna de humo se disipara impidiendo ubicar el lugar exacto de
la caída.
Los siguientes 15 días también
los dedicó a la búsqueda sin resultados positivos.
La foto
A 7 kilómetros de
Joaquín V. González había una finca en la cual había gente tomando sol.
"Cuando ven el fenómeno, después de algunos segundos porque quedan
impactados por lo que ven, van corriendo, sacan una cámara de foto y le tiran
la foto".
Columna de humo dejada por la
caída del objeto.
Recolección de testimonios
"Cuando salgo de mi casa veo
la columna de humo, pero hay gente que estaba afuera, como esta gente que
tomaba sol. ¿Qué es lo que vieron ellos?", se preguntaba Galvagno. Así,
ese mismo día después de su frustrada búsqueda, empezó a recolectar los
primeros testimonios de personas que fueron testigos del incidente.
La gente que toma la foto
anterior "lo que ven es una explosión, un fogonazo inmenso. A partir de
ahí dicen que ven una bola roja que empieza a caer con movimientos oscilantes.
Y esa bola roja dicen que desaparece detrás de los árboles". Según
Galvagno, esta "bola roja" no se desintegró en el aire sino que cayó
entera. "Cuando hace impacto en el piso es cuando nosotros sentimos el
movimiento telúrico".
Al recorrer los pueblos más
cercanos al hecho, los testimonios empezaron a aclarar el panorama. "Con
testigos presenciales yo habré hablado con más de 100. Testigos presenciales me
refiero a antes de sucedida la explosión". Había mucha gente realizando
tareas rurales al aire libre que vieron todo lo ocurrido.
"Todos los testimonios
coinciden que desde el sur de Bolivia aparece una especie de plato metalizado,
pero que ya venía mal, zigzagueando". Los testigos le dan un tamaño
aproximado de 200 a
300 metros
de diámetro. "Pasa muy bajo por el pueblo de Tunal y Galpón. En un momento
de ese vuelo muy lento que venía haciendo se le acercan de atrás unas cosas a
muy rápida velocidad, metalizadas, que largan un humito de la parte trasera.
Cuando esos dos objetos lo alcanzan se producen las famosas explosiones".
"Los pueblos más cercanos al
hecho escuchan seis explosiones". Galvagno supone que las dos explosiones
que se escucharon en Joaquín V. González taparon las otras cuatro.
Un ingeniero de la compañía Plus
Petrol (4) que se encontraba perforando muy cerca de la caída que no sólo confirma
que se oyeron las seis explosiones sino que además "se escuchó un ruido a
turbina impresionante", aunque sin poder determinar si el origen del mismo
era "del aparato en sí o de los que se acercaban a él". Asemejó el
ruido al producido por las turbinas del avión Concorde, en el cual él había
viajado un par de veces, pero "potenciadas una 100 veces".
"Dicen los testigos que
están más cerca de la explosión que había dos objetos estacionados en el aire,
que luego de caer el aparato desaparecen hacia arriba".
Ampliación de la toma anterior.
¿Será uno de los objetos "testigos" de la caída que luego se
alejaron?
Doña Paz Zamana (5)
Durante las siete noches
posteriores a la caída, la señora Paz Zamana que vive muy cerca de la zona,
observa "unos aparatos grandes. Ella me los define como 5 veces
aproximadamente el tamaño de una luna llena. En forma lenta aparecen desde el
oeste, o sea desde la cordillera de los Andes, pasan por encima de la casa de
ella a unos 200 metros,
o sea que muy bajito". A partir de estos datos, Galvagno supone que estas
luces, de un color naranja muy brillante, tendrían un diámetro aproximado de 30 metros. "En forma
muy lenta, sin emitir ningún tipo de ruido, se dirigen hacia la zona de
impacto, sobrevolando el cerro". Estaban "como buscando algo".
Siempre se perdían atrás del cerro.
Luego de esas siete noches, no
hubo ningún tipo de actividad durante las noches posteriores, hasta que un día
miércoles "pasó una nave gigante".
El testimonio de la señora Paz
Zamana fue corroborado por otros vecinos del lugar (6).
La huella
Gracias a estas declaraciones,
Galvagno cambia la zona de búsqueda, "pese a que no coincidía con la
dirección que yo creía que estaba. Yo estaba sobrevolando el otro lado del
cerro. Cuando me encuentro con estos testimonios me digo: si las naves están
ahí, evidentemente la cosa está ahí".
En la mañana del primer día de
búsqueda en la nueva zona, después de unos 15 minutos de vuelo, "veo una
franja quemada en el piso. Una franja muy larga, aproximadamente tendría unos 1.500 metros de larga
y unos 600 metros
de ancho".
"Cuando pego la vuelta y
encaro la mancha de nuevo el avión empieza a perder sustentación. Yo estaba a 200 metros de la cúspide
del cerro, o sea que tenía buena altura. (...) No había viento, estaba fresco,
estaba hermoso para volar. No podían haber existido problemas de turbulencia o
baja presión, estaba perfecto. El avión siento que se me cae, se me cae. Le
pongo motor al mango, lo pongo en picada y se me cae igual, como si el cerro me
chupara. Un accidente muy extraño". Galvagno tiene mas de 4.000 horas de
vuelo y según él "es la primera vez que me pasa algo así".
A pesar de que el avión quedó
totalmente inservible después de la caída, Galvagno no sufrió heridas en el
incidente.
Luego de salir del avión, se
dirigió a la huella que se encontraba a unos 600 metros. "Yo
digo: acá lo encontré, acá lo tengo. Me hacía toda la película".
Cuando llega al lugar ve que
todos los árboles, grandes y chicos, fueron arrancados de raíz y volaron por el
aire. Hasta a unos 50
metros de sus pozos respectivos. También había una gran
cantidad de un polvillo blanco que parecía talco pero mucho más liviano y mucho
más fino (7).
Sin embargo, lo que más le llamó
la atención es que "en la montaña, en la piedra sólida había agujeros de 70 cm, 80 cm, hasta 1 metro".
Galvagno recorrió toda la huella
a pié. La misma termina justo al borde de un precipicio. A partir de esto,
deduce que "evidentemente el objeto siguió y cayó 5, 6, 10 kilómetros más
adelante".
Esa zona se caracteriza por tener
profundos y angostos cañadones de más de 800 metros de
profundidad, de muy difícil acceso por la falta de caminos y los bosques
impenetrables. A esto se suma el hecho de que Antonio Galvagno se quedó sin
avión y nadie le pudo facilitar uno. Finalmente, algunas presiones que recibió
lo impulsaron a abandonar la búsqueda.
Las presiones
Durante aquellos primeros días
posteriores a la caída del objeto, se le presentan a Galvagno un grupo de unas
nueve personas pertenecientes a Gendarmería quienes "me prohiben la
búsqueda, me prohiben la investigación, me prohiben volar", aduciendo que
está el espacio aéreo cerrado por seguridad nacional.
Se produce un enfrentamiento
verbal bastante fuerte, en el cual Galvagno y su equipo, varias decenas de
personas, siguieron firmes en su postura de no desalojar la zona. Además
Galvagno contaba con el respaldo de todo el pueblo lo que lo incentivaba a no
abandonar el lugar. Por todo esto es evidente que intentar un desalojo violento
por parte de Gendarmería hubiese llamado la atención de los medios de prensa.
Es por eso que toman una salida más diplomática.
"Estuvieron como media hora
deliberando entre ellos. Al rato viene un oficial y un sub-alférez y me dice:
bueno, Tony, evidentemente acá tenemos que unificar la búsqueda. Decime que
sabés vos, te digo que sé yo, y vamos a hacernos amigos".
Se sentaron a hablar. "Ellos
me dicen que había caído un pedazo en el crestón El Gallo, ahí en Metán. Hay un
pedazo caído ahí y yo personalmente tengo que bajar el día domingo con un
helicóptero para rescatarlo. Me dicen: nosotros ya lo tanteamos pero no lo
pudimos sacar porque es muy grande. Dice que era un pedazo metalizado como de 3,50 metros de largo y
no tiene peso. Vos lo levantás y es que como si pesara 200 gramos. Pero, si no
es en helicóptero no lo podemos sacar. El sub-alférez me dice: y yo
personalmente tengo que bajar con una soga y rescatar el pedazo".
Cuando Galvagno le pregunta si
había gente de la NASA,
le contestan: "No sé si son de la
NASA, pero son yanquis los que están manejando todo
esto".
"Me extraña porque la NASA no trabaja así",
repuso Galvagno. "Lo más probables es que mañana a vos te peguen una
patada en la cola y no te dejen ir".
Tal como se lo había anticipado,
al día siguiente regresa el sub-alférez, ya sin el oficial, totalmente
decepcionado. "Ni siquiera me dejaron entrar a la finca. Escuché los
helicópteros que se fueron para el crestón y ni siquiera nos dejaron entrar a
la finca".
Luego de algunas presiones
similares por parte de diferentes personas, que decían pertenecer a diferentes
organismos oficiales, "me llama un amigo que estaba en el gobierno de
Salta. Me dice: mirá Tony, las presiones son muchas, borrate que sos
boleta". Le prestó su auto y le dio un poco de dinero para que se fuera.
Galvagno al querer saber más sobre lo que había detrás de todo esto recibe una
respuesta simple: "La orden que Estados Unidos le dio a la Argentina es no
investigar".
Reunión de Galvagno con algunos
integrantes de la FAO. De
izquierda a derecha: Luis Burgos, Antonio Galvagno, Carlos Iurchuk, Walter
Sukanec y Fernando Mengui.
Epílogo
Por supuesto que este caso no
está cerrado ni mucho menos. Si nos atenemos a lo relatado por Galvagno se
deduce rápidamente que un objeto fue derribado por dos misiles. Otros, más
escépticos, siguen sosteniendo que fue un meteorito que se iba desintegrando e
impactó en el suelo (8). Sea lo que sea, todos coinciden en que
"algo" cayó.
¿OVNI? ¿Meteorito? ¿Satélite? ¿Un
nuevo prototipo de nave militar? Lamentablemente, hasta que no aparezca ese
"algo" no podremos saber la verdad.
Notas:
1 Ver "UFO ROUNDUP"
Volumen 1, Nº 30, 22 de septiembre de 1996.
2 Ver Boletín
"Ovniciencia" Nº 6, octubre de 1996
3 Ver "UFO ROUNDUP"
Volumen 1, Nº 32, 6 de octubre de 1996
4 Galvagno menciona el nombre
completo de este ingeniero, pero creo conveniente no publicarlo sin una
autorización directa del testigo.
5 Unico testigo del cual publico
su nombre porque ha aparecido en todos los medios periodísticos de aquella
época.
6 Lo dicho por Galvagno sobre
estos avistamiento difiere con respecto a lo publicado en algunos diarios y
revista de la época. Según estos últimos, doña Paz Zamana la noche anterior a
la caída fue cuando vio la luz naranja. Luego de la caída apareció durante tres
noches seguidas, no siete.
En el boletín
"Ovniciencia" Nº 6 (octubre de 1996) se podrá encontrar la versión
según lo publicado por los medios de prensa.
7 A pesar de que Galvagno juntó
y distribuyó a diferentes personas una gran cantidad de polvillo, él no se
quedó con nada. Y lo que es peor, no se conoce ningún análisis que se le haya
hecho al mismo.
8 Heriberto Janosch del CAIRP
(Centro Argentino para la
Investigación y Refutación de la Pseudociencia) me
envió por e-mail una copia de la nota del "Space Control Center"
(SCC) en la Cheyenne
Mountain Air Station. Según el comunicado, ellos no tienen
ningún registro que un objeto artificial haya reentrado en atmósfera terrestre
en el hemisferio sur aquel 17 de agosto. Sugieren que podría ser un meteorito
que entró a la atmósfera terrestre e impactó y/o produjo el boom sónico.
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